Si en el artículo anterior hicimos una macroperspectiva panorámica, ahora toca dirigir el foco hacia distintas partes del mundo concretas.
Probablemente estamos asistiendo, desde hace años, a un cambio fundamental de la importancia relativa de las diferentes áreas económicas: un desplazamiento del occidente al oriente. El ascenso de China, India, y otras economías asiáticas... mientras Estados Unidos y Europa pierden fuelle (la segunda más que los primeros).
En esta entrada quiero centrarme en el caso estadounidense. De ninguna manera quiero dar a entender que EEUU, como potencia económica, está acabada, y que China la superará a la vuelta de la esquina. (Prefiero no hacer este tipo de predicciones... Samuelson las hizo con la URSS vs. USA y salió bien escaldado). Para quienes piensan esto: seguramente ni EEUU está tan mal, ni China tan bien. Les recomiendo lean este fantástico artículosobre el potencial industrial de EEUU.
No obstante lo anterior, sí hay tendencias de largo plazo preocupantes. Podríamos resumirlas en tres: 1) reducción del ahorro como pilar del proceso de crecimiento; o inversamente, continuado aumento de la deuda como base del sistema económico; 2) mayor dependencia del gobierno en cuestiones de asistencia social, algo que se ve agravado por esta crisis (relacionado: creciente activismo intervencionista de los distintos gobiernos norteamericanos); y 3) pérdida de dinamismo económico y potencial innovador del país.
A continuación se tratan con más detalle las distintas tendencias.
El sueño americano significó que personas humildes, cuyos ascendientes habían trabajado el campo por siglos para lograr niveles de vida modestos, pudieron amasar grandes fortunas gracias a su sacrificio, espíritu empresarial, y a unos incentivos que premiaban a aquellos que asumían riesgos para satisfacer las demandas de la población.
Quizás un ejemplo paradigmático del sueño americano hecho realidad sea el de los inmigrantes irlandeses, llegados en masa en la década de 1840 a Estados Unidos. Huyendo de la terrible hambruna de la patata y de la miseria de su país, se asentaron en las grandes ciudades de la costa Este americana como Boston o Nueva York, donde en un principio formaron focos de pobreza. Sin embargo, a medida que fue pasando el tiempo pudieron abrirse un futuro esperanzador gracias a las amplias oportunidades económicas que les ofrecía el Nuevo Mundo. Uno de estos inmigrantes irlandeses pobres fue Patrick Kennedy, cuyo apellido se convertiría más tarde en el de la dinastía política norteamericana más importante del siglo XX.
Pero la evolución temporal no es la única forma de ver la posición de EEUU respecto al ahorro. También la comparación con otros países es ilustrativa. Así, en 2008 la tasa de ahorro nacional bruta sobre el PIB de Estados Unidos era la más baja de todas las grandes potencias, en comparación con la de Italia, Alemania, Japón, Reino Unido, Canadá y Francia.
Mayor dependencia del Gobierno
Otro elemento preocupante que se ha venido dibujando desde las últimas décadas es el de la creciente dependencia de la población norteamericana en las transferencias gubernamentales. El siguiente gráfico no deja lugar a dudas: la proporción de las rentas salariales de los americanos sobre los ingresos personales ha venido cayendo con intensidad desde los años 70.
Al mismo tiempo, las transferencias de renta provenientes del sector público -prestaciones por desempleo, Seguridad Social y otras prestaciones sociales- cada vez juegan un papel más importante en los ingresos de los ciudadanos estadounidenses. Mientras que en la década de 1950 estas transferencias solo proporcionaban alrededor del 5% de renta disponible, esta cifra ha ascendido hasta las proximidades del 20%. Se percibe un salto en los años recientes como consecuencia de la crisis, pero la tendencia creciente es de largo plazo.
Según apuntan desde el prestigioso blog Economix, esta tendencia se debe en parte al envejecimiento de la población y su repercusión sobre las pensiones y prestaciones de Medicare, pero también a cambios en políticas, al creciente número de ciudadanos que reciben prestaciones por discapacidad y a la mayor desigualdad. Una tendencia que, advierten, no es "infinitamente sostenible".
Por si esto fuera poco, las familias norteamericanas en 2008 han protagonizado un hecho histórico, y no precisamente positivo. Por primera vez desde la Gran Depresión, el porcentaje de ingreso medio de las familias que es proporcionado por el Gobierno ha excedido la cuantía de impuestos que pagan éstas como proporción de sus ingresos.
En otras palabras, las familias están recibiendo más renta del Gobierno de la que están pagando en impuestos. Un hecho que refleja la gravedad de la crisis actual, al estancarse los ingresos públicos por el anémico crecimiento económico y dispararse las prestaciones sociales por el elevado desempleo.
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