El incremento en el nivel de precios, conocido como inflación, es sin duda una de las variables económicas más importantes que existen debido a las grandes implicaciones que este representa para todos, desde las actualizaciones de nominas y pensiones, hasta la lenta pero imparable caída del poder adquisitivo que ello conlleva.
Y es que el debate sigue mas vivo que nunca. Con las continuas intervenciones monetarias de los bancos centrales mediante las distintas versiones de los QE, hay quien apuesta claramente por un futuro con inflación, algunos incluso por la hiperinflación, una inflación que a día de hoy y a pesar de que el primer QE en U.S empezó hace ya algo más de 4 años sigue en niveles bajos. Los que dicen que el futuro que nos espera es deflacionario, suelen basarse en que una economía sin crecimiento y con una baja circulación del capital, provoca que todas las intervenciones de relajación monetaria no tengan porque suponer inflación. En este caso el ejemplo japonés surge con frecuencia. (Ver aquí y aquí)
El problema es que predecir el futuro de estas variables es muy complicado por no decir que no es posible. No obstante, siempre podemos recurrir a quien todo lo valora, quien refleja las intenciones y expectativas de todos; el mercado.
Expectativas Inflacionarias
El mayor ejemplo de expectativas que nos indica que el mercado esta descontando una inflación de cara al futuro que podemos encontrar, es sin duda el índice de referencia en cuanto a renta variable se refiere.
La sorpresa aquí es que debido a los movimientos recientes de los distintos mercados, cuesta encontrar otros activos que reflejen expectativas inflacionarias de cara al futuro.
Expectativas Deflacionarias
Es hacia este lado donde podemos ver que se ha movido la mayor parte de los activos de referencia. A pesar que aquí lo he puesto como deflación, estos activos a día de hoy simplemente estarían adelantando una bajada en las expectativas de inflación, y no necesariamente una deflación en el nivel teórico del término, aunque visto lo visto no podemos descartar ninguna posibilidad.
Los siguientes serían algunos de estos ejemplos:
La rentabilidad de los bonos U.S se aproxima a mínimos históricos, empujado por la gran demanda de este activo entre los inversores.
También podemos encontrar entre los metales preciosos, y su espectacular caída reciente, otro motivo anti-inflacionario.
El cobre, cuya caída, además de
implicaciones de enfriamiento económico, denota poco temor a la inflación. Análisis del cobre aquí.
Activos a seguir en busca de señales.
Sin embargo existen otros activos que a día de hoy todavía no han hecho un movimiento definitivo en este sentido, y que en el futuro nos pueden seguir dando pistas importantes de hacia donde podemos esperar que vayan los niveles de precios.
Un ejemplo sería el Dólar australiano.
Otro ejemplo, podría ser si viéramos una rotura bajista en los rendimientos de los bonos basura, aunque estos normalmente son mas representativos de la confianza que existe en el mercado que no de las expectativas de precios.
Para terminar solo comentar que fenómenos monetarios extremos como la hiperinflación o la deflación, suelen ser resultado mas de fenómenos externos a la política monetaria, que debidos a esta.
La historia nos muestra que los grandes casos de hiperinflación han llegado precedidos de otros factores políticos, como un bajísimo nivel de confianza en el gobierno, un sistema fiscal inoperante, una corrupción extrema, falta de soberanía monetaria, u otras circunstancias sociales extraordinarias, como por ejemplo guerras o cambios de régimen. Ejemplos serian la República de Weimar en los años 30 o Zimbawe en la actualidad. En definitiva podríamos decir que la hiperinflación no es solamente una alta inflación, sino que se trata de un desorden económico que lleva a la población a rehusar completamente la moneda nacional.
Respecto a la deflación, esta comparte algunos puntos en común con la hiperinflación, en que se trata de un desorden económico resultado normalmente de algún proceso de desapalancamiento o de extrema ralentización de la velocidad de circulación del dinero entre otras, y no de una base monetaria insuficiente.
Es decir, que la cantidad de dinero en circulación o la base monetaria de una economía no es una variable suficiente para determinar la tendencia del nivel de precios que se va a producir en el futuro, aunque pueden eso si, ayudar que estos fenómenos monetarios sean de unas dimensiones mucho mayores de lo que hubieran podido ser.
En torno este debate comentado hoy, probablemente haya tantas opiniones como lectores pueda tener este artículo. Hoy he realizado, lo que normalmente vengo realizando, que es un seguimiento a los diferentes mercados en busca de respuestas, ya que suele ser este el mejor medio para ver los cambios de tendencias antes de que sean observables por todo el mundo. De momento, el mercado dice No a unos niveles altos de inflación, habrá que ver si en algún momento se lo repiensa.
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