En los noventa, Antena 3 estrenó una serie de comedia que
transcurría en un bar llamado “La Oficina”, frecuentado por grandes figuras del
cine español como Jose Luis López Vázquez y Fernando Fernán Gómez. Hoy, en los
mercados financieros, Bernanke, Draghi y Abe están protagonizando un remake de
esta obra cumbre de la televisión privada en España. Quizás la malvada globalización sea la responsable. Eso sí, como
cualquier remake que se precie se han
permitido algunos cambios y licencias artísticas. Comencemos por el más
llamativo.
El escenario ha pasado de taberna especializada en dobles de
cerveza y bocatas de calamares por una copistería, no una cualquiera, sino la
única con patente de corso para imprimir dólares, euros y yenes,
respectivamente. En la versión clásica reinaba lo cañí, el chascarrillo, el sol
y sombra y la adoración carpetovetónica por el pícaro que profesa cualquier
español de bien. Pícaro pero honrado, cumpliendo a rajatabla el código de
valores pertinente, a saber: robarle al rico, aprovecharse del vanidoso, no
utilizar la violencia ni la intimidación. Y, como corolario; el que roba lo
hace por necesidad. La tasca de Pruden y el Mudo cobija a los olvidados de la sociedad, en
el sentido más buñueliano
del término.
Nada queda ya del código deontológico en la superproducción de
Bernanke y compañía. Ahora, la oficina se escribe con minúscula, dedicándose,
entre otras muchas tareas, a esquilmar a todo aquel que tenga dólares, euros o
yenes, ya sea en la cartera, en una cuenta corriente o en acciones. Los ladrones de guante blanco del bar la
Oficina han pasado a ser los ladrones de nudo medio Windsor de la oficina. ¿Cómo
roban? El mecanismo es muy sencillo. En primer lugar manejan prácticamente a su
antojo los tipos de interés junto con el monopolio que ejercen para aumentar la
masa monetaria. El delito moral reside en que ese aumento de la masa monetaria
no está respaldado por activos reales, esto es, un crecimiento de la producción
o mejoras en la productividad. Juan de Mariana en De monetae mutatione lo resume de forma meridiana: “si baja el dinero del valor legal, suben
todas las mercaderías sin remedio, a la misma proporción que abajaron [sic] la
moneda, y todo se sale a una cuarta.” Por cierto, el título de la obra del
escolástico es el mismo que la siempre recomendable columna de Antonio España.
Entremos en materia. Un value investor comienza a analizar
pormenorizadamente el TSE
Second Section Price Index, el índice que aglutina las empresas de baja
capitalización japonesa. Sus argumentos son sólidos. Las empresas más pequeñas
son susceptibles de cotizar con un descuento considerable al valor contable de
sus libres, estar dirigidas por una cúpula comprometida y tener una línea de
negocio bien definida. Tras dedicarle tiempo y esfuerzo selecciona a cuatro
compañías en su lista de próximas adquisiciones. Poco antes de concluir su
reporte lee que Shinzo
Abe ha tomado cargo como primer ministro de Japón. No le preocupa, los
asuntos macroeconómicos juegan un papel secundario para él. Sin embargo, las
intenciones de Abe son depreciar el yen para así fomentar las exportaciones y
estimular la economía. La agresividad con que implementa dichas políticas ha
obligado a dedicarle una palabra en el argot financiero: Abenomics.
El value investor a pesar de haber fundamentado su inversión en
ratios e impecables deducciones necesita la ayuda de su hermano mayor, el escolástico Juan de Mariana, para percatarse que
la cotización puede estar hinchada por la manipulación de la moneda. En otras
palabras, probablemente el precio al cual cotizan las empresas seleccionadas
nos esté engañando al estar viciado por el intervencionismo de los ladrones van a la oficina. De nuevo,
los preceptos de los escolásticos junto con el enfoque del Value Investing, nos
hacen más precavidos, ayudándonos a la hora de poner nuestros ahorros a salvo.
Así, siendo conscientes de que las ganancias obtenidas en las empresas
japonesas se verían reducidas con la depreciación del yen podríamos hacer una
cobertura vendiendo yenes y comprando otra divisa más sólida como el franco
suizo o incluso oro.
Las políticas de estímulo son ineficientes e inmorales
Protegerse ante la política perniciosa del primer ministro
japonés es una solución de emergencia. El objetivo principal debe centrarse en
saber porqué todas las inyecciones de liquidez, la operación Twist, los
rescates de Cajas de Ahorros y empresas too
big too fail, el plan de compra de la deuda de los países periféricos, los
planes de estímulo, el Quantitative Easing 1-2-3 (un pasito pa’lante María)
están condenadas al fracaso y, más dramático, a corromper a la sociedad. Si
rescatamos a quien obra mal con los ahorros de quien obra bien ¿Qué futuro nos
puede esperar?
El ejemplo paradigmático de la Escuela Austriaca del “Robinson Crusoe” nos servirá para
ilustrar la inutilidad de la políticas de Bernanke, Draghi o Abe y cómo pueden
afectar a un value investor.
Ben
Crusoe está abandonado de la mano de Dios en una isla. Tras el naufragio,
lo único que ha podido conservar es su impresora solar CHP Desktop 666 y
milagrosamente un paquete de 2000 folios reciclados A4. “Estoy salvado, podré
salir de este páramo estimulando la economía. Tal y como hacía desde mi oficina
en la FED”. En un abrir y cerrar de ojos, se hace un medio Windsor y comienza a
imprimir. Parece absurdo ¿verdad? Aún
puede superarse, a menos de 15 millas náuticas de la playa de Ben Crusoe está sucediendo exactamente
lo mismo pero con otro personaje: Mario
Crusoe. Todavía hay más, 18 millas al este Shinzo Crusoe se encuentra en la misma tesitura. Recapitulemos:
tres islas, un Crusoe por isla, una impresora solar CHP Desktop 666 por cabeza,
y 2000 folios reciclados A4 para cada impresora. Comparten un mismo objetivo:
salir de la pobreza estimulando la
economía.
No
es necesario desarrollar mucho más el ejemplo para saber que persistiendo en el
estímulo los hermanos Crusoe de nuestra historia acabarán
muriendo de inanición. El Robinson Crusoe fetén
no malgastaría su tiempo en imprimir billetes sino que lo dedicaría a
recolectar cocos hasta hacerse con una pequeña reserva que le permitiese
dedicarle tiempo a la construcción de una red y así aumentar la productividad. Los medios de comunicación mainstream atacarían al verdadero
Robinson por austero.La pregunta
que debemos formular es ¿por qué Ben,
Mario y Shinzo Crusoe están condenados a pasar hambre en la isla mientras
que, en sus respectivas oficinas, cuando pulsan el botón de print la bolsa lo recibe con júbilo?
Para comprender este fenómeno necesitaremos acudir al
conocimiento normativo – el deber ser- que ofrece la Escuela Austriaca. Demos
un salto en el tiempo. En 1929, antes del famoso derrumbe de Wall Street, Fritz
Machlup –discípulo de Ludwig von Mises- afirmó:
"Un índice de inversión exagerado
[como el vivido en los años 20 en los mercados de valores donde prácticamente
todo el mundo tenía sus ahorros en acciones] solo puede ser sostenido con una
constante y creciente expansión del crédito [imprimiendo billetes sin respaldo
de la economía real]. Una vez que la expansión del crédito decelere o se
detenga, posiblemente, también [el mercado de valores] se retraerá.”
Y un poco más adelante
“[...] Cuanto más altos sean los precios de las acciones más
barato será el capital para el sector industrial. No es el mercado de valores
quien compite con la industria por financiación, sino más bien el crédito
industrial a largo plazo con el crédito industrial a corto. “
La traducción es mía, la versión inglesa pueden
descargársela gratuitamente aquí
Por cada párrafo podemos extraer una valiosa lección. En el
primero, la expansión del crédito dirigida por los bancos centrales al influir
en el sistema de precios confunde a los inversores a la hora de tomar
decisiones. El inversor en valor tiene un problema añadido, dar con empresas
que coticen por debajo del valor de sus libros contables no es suficiente, ya
que tanto la cotización como el Estado de Resultados pueden estar
distorsionados por el efecto de la burbuja. En el segundo está directamente
relacionado con la crisis que estamos sufriendo en España. La distorsión de los
tipos de interés puede llevarnos a endeudarnos a corto plazo e invertir en el
largo, o lo que es lo mismo, iliquidez y contracción del crédito. Por estos
motivos, es siempre preferible cuando se pincha la burbuja que cuando se está
hinchando, al reestructurarse y ajustarse la economía el sistema de precios
vuelve a contener información fiable.
La bolsa y los siniestros
especuladores -que paradójicamente nunca compran, sólo venden- han servido
de chivo expiatorio para justificar los duros momentos que atraviesa el país.
Sin embargo, ambos son indispensables si pretendemos vivir en una sociedad
libre:
“El mercado de valores es crucial para la existencia del
capitalismo y la propiedad privada [...] No puede existir la genuina posesión
privada de capital sin un mercado de valores: y tampoco puede existir verdadero
socialismo si se permite la existencia de tal mercado.”
La traducción es mía, el original lo pueden encontrar en Making Economic Sense de
M. Rothbard donde aplica esta afirmación a los países del bloque soviético y
China.
La Escuela Austriaca y/o de Salamanca junto con la visión
específica del Value Investing son un arsenal indispensable para preservar
nuestro capital ante la nueva versión de los Ladrones van a la oficina.
Yo creo que la solucion pasa por el termino medio, un poco de imprimir y un poco de austeridad, (Y un poco de writedowns) el exceso de uno o de lo otro tiene consecuencias adversas, un poco de cada, tambien pero quiza no mate al paciente.
Tal y como está la situación, una solución mixta como la que planteas seguramente trajese resultados positivos en poco tiempo. Recortes de verdad - en todos los ministerios- acompañados de la imprenta de Draghi. No es mi solución favorita pero seguramente que funcionase muchísimo mejor que esta falsa austeridad y la expansión del crédito sin límites.
Saludos
si imprimo dinero yo voy a la cárcel, si imprime dinero el BCE, se los presta a los banqueros al 1% para que compren deuda publica al 3, 4 o 5%, es política monetaria....
Para que luego digan que no somos esclavos de los bancos....
Cierto Winston 1984. Sin embargo cuando se critica y se manifiestan los ciudadanos (15M/stop desahucios) lo hacen para darle más poder a los bancos y que continúe el banco central prestando más dinero a tipos más bajos y comprando más deuda pública
En líneas generales, esta batalla la tienen ganada. La mayor parte de la población no es consciente de los peligros, todavía mayores, de la expansión del crédito
Si nos prestan dinero al 1% nos lo gastamos en divertirnos... y no en comprar deuda, y al final estamos mas endeudados, formamos burbujas y los bancos siguen igual de jodidos.
Si se lo prestan a los bancos, les pueden vigilar y poner las pilas, que compren deuda y que arreglen los agujeros.
Esa es la teoria... luego la practica...
Lo que esta claro es que si se lo prestas a la gente, habria inflacion rapidamente, al prestarselo a la banca, hay cierto control.
Buenas Daniel y Mr. R&R,
Creo que una de las razones por las que no estamos viviendo una inflación al estilo Alemania en Entreguerras es justamente por que los bancos están "obligados" a comprar deuda pública y similares -como la participación en el FROB-.
Lo que es cada vez más macabro. Antes si un Gobierno quería "estimular la demanda" tenía que hacerlo vía impuesto y por lo tanto el ciudadano era perfectamente consciente. Con las políticas monetarias actuales no necesitan subir tanto los impuestos porque lo roban vía inflación pero....
¿Qué sucede si no hay inflación -porque el dinero no llega a la economía real y se emplea en rescatar bancos y comprar deuda- a pesar de imprimir sin límites?
Cada vez el engaño es más elaborado.
Cada vez la situación es más compleja porque mientras no se hagan los ajustes necesarios la probabilidad de que los estados se hagan insolventes (USA Fiscal Cliff; UE-Euro-Paises periféricos; y otra década perdida para Japón) es enorme. Y después ni la impresora solar nos salvará
pues que se lo preste al Estado directamente, nos ahorraríamos miles de millones en intereses que van a parar a los bancos...
Perdona pero no estoy de acuerdo. El crédito público es como el cuchillo jamonero puedes hacerte un bocata o cortar una cabeza.
Si el crédito nacional se dirige a financiar grandes obras de infraestructura económica básica (el trasvase del ebro) o mejora de condiciones a largo plazo (un super programa de educación de calidad, por ejemplo) no se crea inflación y el monto revierte con creces a la economía.
Ahora bien, si lo usas para financiar gasto chorra en embajadas provincianas, tv autonómicas o los ERE fraudulentos de Griñán, pues vamos aviados.
Es inmoral defender el papel de los bancos que reciben dinero del BCE al 0,5/1% y nos lo prestan en tipos que han llegado al 7%.
Y finalmente, con la que está cayendo, el binomio bancos-control no cuaja
Perdón, mi comentario iba dirigido a lo que ha dicho Daniel Sobrado