Decía días atrás que podemos definir el mercado como un conjunto de factores interrelacionados entre sí; y que no es mala causa intentar comprender aunque solo sea alguna de las relaciones que se producen entre ellos. Los factores son por definición ilimitados: tanto por el componente de fenómenos naturales, nuevos inventos, nuevos políticos, nuevos gobiernos, nuevos gestores, nuevos descubrimientos...que pueden aparecer o acontecer como, sobre todo, porque aunque no es infinito el número de personas que pueden participar en los mercados financieros, sí lo es sin embargo el número de decisiones que los participantes pueden tomar, y de hecho toman, un día tras otro.
Esta, a priori, naturaleza ilimitada e incontrolable del mercado puede hacer que nos asalten dudas sobre nuestra capacidad de comprensión de lo complejo a las primeras de cambio. El negacionismo, el cínismo de postureo, el esoterismo, lo de los leones y las gacelas, lo de los fuertes y los débiles, lo de que nos persiguen, nos engañan y el está todo manipulado, no serían sino unas pocas de las innumerables formas en las que el desconcierto, el desestimiento o el desánimo se hacen presentes en nosotros. Sin embargo, a poco que consigamos ver las cosas por nosotros mismos y sin apriorismos ajenos nos daremos cuenta de que tanta inmensidad humana no es todo lo compleja que nosotros somos capaces de imaginar. Y no lo es precisamente por su propia naturaleza humana. Los humanos, actuando de manera individual o haciéndolo en manada, no podemos evitar dejar siempre rastro, huella y firma en todo lo que hacemos.
Después de meses sin hacerlo, días atrás abrí la carpeta del Visual Chart donde guardo gráficos sobre algunas divisas y pares. En general, ví que todos ellos reflejaban la huella que el respiro del Dólar USA ha dado en las últimas semanas a las monedas de los países emergentes o a las de cuyo Producto Interior Bruto está estrechamente relacionado con las materias primas. Pero no fue eso, manido y conocido por todos, lo que me llamó la atención, sino el gráfico del Euro-Yen que acompaña este artículo. Pónganse delante de él; déjense llevar, y obsérvenlo durante un minuto. No sé qué verán Vds., pero yo lo que veo es la enorme huella que está dejando en el gráfico la no menos enorme acumulación de euros frente a yenes que llevan realizando desde hace ya unos cuantos años los participantes en el mercado. Mi impresión es que están confiando más en las respuestas de Europa y el Bce ante los desafíos que tienen planteados que en las de Japón y el Boj ante los suyos. Saludos.