El gran paso en la educación de Jesse Livermore: el asentamiento

12 de mayo, 2011 9
Gestor cuentas gestionadas en GPM Sociedad de Valores. Profesor del Experto de Bolsa de la Universidad de Alicante Autor libro "El Inversor... [+ info]
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El viejo Partridge y el gran paso en la educación de Jesse Livermore

Había un tipo que no era como los otros. Para empezar, diré que era un hombre mucho mayor. Nunca ofrecía consejos voluntariamente y nunca se jactaba de sus ganancias. Era muy bueno escuchando atentamente a los demás.

No parecía ser muy amigo de los pronósticos, es decir, nunca preguntó a los que hablaban sobre lo que escucharon o lo que sabían. Pero cuando alguien le daba un pronóstico se lo agradecía siempre muy cortesmente.

A veces volvía a dar las gracias de nuevo al pronosticador cuando el pronóstico resultaba ser verdadero y mostraba un beneficio. Pero si no era un buen consejo nunca se quejaba, de manera que nadie sabía si lo estaba siguiendo o había ignorado el pronóstico. 

En la oficina existía la leyenda de que el viejo era rico y tenía influencias. Pero no donaba mucho dinero a la firma a modo de comisiones, al menos nada que nadie pudiera ver. Se llamaba Partridge, pero ellos le llamaban Pavo a sus espaldas porque tenía un pecho muy ancho y la manía de pasearse majestuosamente por todas las habitaciones con la punta de la barbilla en el pecho.

Los clientes, siempre con ganas de culpar de sus fracasos a los demás, solían dirigirse al viejo Partridge para decirle lo que un amigo de un amigo les había aconsejado que hiciera con referencia a una determinada acción. Ellos le decían lo que no habían hecho con el pronóstico o confidencia, para que él les dijera qué es lo que tenían que hacer.

El viejo Pavo, inclinaría su cabeza hacia un lado, contemplaría a su cliente con una sonrisa paternal, y finalmente le diría con asombro, "¡Ya sabes, el mercado está al alza!".

Le oí decir una vez y otra "¡Ya sabes, esto es un mercado al alza!", como si te estuviera dando un valioso talismán envuelto en un seguro de accidente de un millón de dólares. Y yo, por supuesto, no conseguí saber lo que quería decir.

Un día un muchacho llamado Elmer Harwood entró apresuradamente en la oficina, escribió una orden y se la dio al al broker. Después se apresuró hacia el lugar en el que se encontraba el señor Partridge, el cual estaba escuchando atentamente el relato de John Fanning sobre cierta ocasión en la que oyó a Keene dar una orden a uno de sus corredores y todo lo que John consiguió fueron tres miserables puntos en cien acciones y, por supuesto, ese mismo valor subió venticuatro puntos en tres días, justo después de que John lo vendiera.

Era, al menos, la cuarta vez que John le contaba la historia de su infortunio, pero el viejo Pavo sonreía comprensivamente como si fuera la primera vez que lo oía.

Bien, pues Elmer se dirigió al viejo y sin disculparse ante John Fanning, le dijo; "señor Partridge, acabo de vender mis Climax Motors. Mi gente dice que el mercado va a reaccionar y que podré comprarlo de nuevo más barato. Así que lo mejor sería que usted hiciera lo mismo, bueno, si es que todavía lo tiene. "

Elmer miró, sospechosamente, al hombre al que había dado el consejo de compra inicial. El pronosticador aficionado, piensa siempre que posee al receptor de su pronóstico en cuerpo y alma, incluso antes de saber cual va a ser el resultado de su pronóstico.

"¡Sí, señor Harwood, todavía lo tengo. Por supuesto!" dijo el Pavo agradecidamente. Era un buen detalle por parte de Elmer pensar en el viejo.

"Bien, este es el momento de tomar beneficios e introducirse en la siguiente recuperación", dijo Elmer, como si acabara de hacer la papeleta de depósito para el viejo. Como no percibía ningún tipo de agradecimiento entusiasta en la cara del beneficiario, continuó diciendo: "¡Acabo de vender todas y cada una de las participaciones que tenía!"

Por su voz y sus gestos se podía haber hecho una estimación de unas diez mil participaciones.

Pero el señor Partridge movió la cabeza negativamente y dijo, "¡No! ¡No! ¡No! ¡No puedo hacer eso!"

"¿Qué?" gritó Elmer.

" ¡Simplemente no puedo!" dijo el señor Partridge. Se encontraba ante un gran problema.

"¿No le aconsejé que comprara?"

"En efecto, señor Harwood, y le estoy muy agradecido, de verdad, señor. Pero..."

"¡Un momento! ¡Déjeme hablar! ¿Y no experimentó ese valor una subida de siete puntos en siete días? ¿Si o no?".

"Sí, lo hizo. Y le estoy muy agradecido querido muchacho, pero no puedo ni siquiera pensar en vender esos valores."

"¿No puede?" preguntó Elmer, comenzando a dudar. Es bastante frecuente que los que dan consejos los reciban.

"No, no podría."

"¿Por qué no?", insistió Elmer.

¡Porque éste es un mercado al alza!" El viejo lo dijo como si hubiera dado una larga y detallada explicación.

"De acuerdo", dijo Elmer, con aspecto furioso por la desilusión.

"Yo sé que este mercado es alcista tan bien como usted. Pero lo mejor que puede hacer es deshacerse de esos valores y volver a comprarlos en la reacción. Podría perfectamente reducir el coste."

"Mi querido muchacho", dijo el viejo Partridge con gran desconcierto, "mi querido muchacho, si vendiera esos valores ahora, perdería mi posición; y ¿dónde me encontraría después?"

Elmer Harwood elevó sus manos, agito la cabeza y caminó hacia mí en busca de comprensión: "¿Usted lo entiende?" me preguntó en una especia de susurro. "¡Le estoy preguntando!".

No dije nada. Por lo tanto él continuó: "Le doy un pronóstico sobre Climax Motors. Compra quinientas participaciones. Consigue un beneficio de siete puntos y yo le aconsejo que salga y los vuelva a comprar en la reacción, la reacción sucederá, eso está claro desde ahora. ¿Y qué responde cuando se lo digo? Dice que si lo vende perderá su trabajo. ¿Qué piensas de eso?"

"Perdone señor Harwood, yo no dije que perdería mi trabajo", interrumpió el viejo. " Dije que perdería mi posición. Y cuando sea tan viejo como yo, y haya sufrido tantos estampidos y pánicos como yo, sabrá que la posición es algo que nadie puede permitirse el lujo de perder, ni siquiera John D. Rockefeller. Yo espero que los valores reaccionen y que pueda usted volver a comprar a una sustanciosa participación. Pero yo sólo puedo operar de acuerdo con la experiencia de los años. Pagué por ella un alto precio y no estoy dispuesto a desperdiciarla. Pero le estoy tan agradecido como si tuviera el dinero en el banco. Ya sabe, es un mercado alcista". Y se fué, dejando a Elmer totalmente asombrado por la expresión oida.

Lo que el viejo señor Partridge dijo no tuvo mucho significado para mí hasta que comencé a pensar en mis numerosos fracasos a la hora de hacer dinero en el mercado, cuando estaba en el lado correcto del mercado en general. Cuanto más estudiaba más me daba cuenta de lo sabio que era el viejo. Evidentemente, él había sufrido el mismo defecto en su juventud y conocía su debilidad humana. No caería en una tentación que, según le había enseñado la experiencia, era difícil de resistir y que había demostrado ser demasiado cara para él, al igual que para mí.

Creo que fue un gran paso en mi educación el hecho de descubrir, por fin, lo que el viejo quería decir a sus clientes con la frase, "¡Bien, ya sabe, es un mercado alcista!", lo que quería decir es que el gran dinero no estaba en las fluctuaciones individuales, sino en los movimientos principales, o sea, no en la lectura de los precios , sino en el tamaño de todo el mercado y de su tendencia general.

Y ahora déjenme decir una cosa: Después de pasar muchos años en Wall Street y después de ganar y perder millones de dólares quiero decirles esto: Nunca fue mi pensamiento lo que hizo que consiguiera mucho dinero. Era siempre mi asentamiento. ¿Lo han entendido? ¡Sentarse!

No hay ningún truco en el hecho de encontrarse bien posicionado en el mercado. Hay siempre muchas alzas tempranas en los mercados al alza y muchas bajas tempranas en los mercados a la baja. He conocido muchos hombres que estaban en el lugar adecuado y en el momento adecuado, y comenzaban a comprar o a vender valores en el nivel exacto de máximo beneficio. Y sus experiencias eran exactamente iguales que las mías, o sea, no consiguieron ningún beneficio importante. 

Los hombres que se encuentran en la situación adecuada y que a la vez sean capaces de sentarse sin hacer nada, son muy escasos. Creo que es una de las cosas más difíciles de aprender. Pero un operador solo puede hacer dinero si es plenamente consciente de esto. 

Es literalmente cierto que los millones vienen con más facilidad cuando el operador sabe cómo operar que en los días de ignorancia.

La razón es que un hombre puede ver las cosas claras y directas y a pesar de ello tener dudas y volverse impaciente cuando el mercado tarda en hacer lo que él piensa que debe hacer. Esa es la razón por la que muchos hombres de Wall Street, que no son en absoluto tontos ni siquiera en tercer grado, siguen perdiendo dinero. 

No los derrota el mercado. Se derrotan ellos mismos porque a pesar de que tienen inteligencia no se saben sentar. El viejo pavo tenía mucha razón cuando hacía lo que hacía. No sólo tenía el coraje de sus convicciones, sino paciencia e inteligencia para sentarse.

Dejar de lado la oscilación principal y tratar de saltar hacia dentro y hacia fuera, me resultó fatal. Nadie puede registrar todas las fluctuaciones.

En un mercado al alza el juego consiste en comprar y mantener hasta que el mercado al alza esté cerca del fin. Para hacer esto debe estudiar las condiciones generales del mercado sin que las predicciones o los factores especiales afecten a los valores individuales. Después deshágase de todos los valores; ¡deshágase de ellos permanentemente!

Espere hasta que vea, o si lo prefiere hasta que crea ver, el giro del mercado, el comienzo de la vuelta de las condiciones generales. Para hacer esto tiene que utilizar su visión y su cerebro; de otro modo mi consejo sería tan idiota como decirle que compre barato y venda más caro. 

Una de las cosas más provechosas que uno puede aprender, es dejar de intentar alcanzar el último octavo, o el primero. Estas dos son las dos octavas más caras del mundo. Les han costado a los operadores de acciones suficientes millones como para construir una autopista a través del continente.

Otra cosa que comencé a notar cuando estudiaba mis planes en la oficina de Fullerton, tras empezar a operar más inteligentemente, fue que mis operaciones iniciales casi nunca me mostraban una pérdida. Naturalmente, esto me decidió a comenzar a lo grande. Me dio confianza en mi propio juicio antes de permitir que éste se viciara por los consejos de los demás o por mi propia impaciencia. En este juego nadie llega muy lejos si no tiene confianza en su propio criterio. Esto es todo lo que he aprendido: estudiar las condiciones generales, tomar una posición y aferrar me a ella. Sé esperar sin impacientarme. Puedo enfrentarme con tranquilidad a un contratiempo, sabiendo que es solo temporal. He estado a corto con cien mil participaciones y he visto que se acercaba una gran recuperación.

Pensé, y pensé correctamente, que tal recuperación era inevitable y que de forma global, representaría una diferencia de un millón de dólares en mi hoja de beneficios. Y, sin embargo, me he mantenido firme y he visto evaporarse la mitad de los beneficios sin tener nunca en consideración el consejo de cubrir los cortos para volver a sacarlos en la recuperación. Sabía que si lo hacía podía perder mi posición y con ello la certeza de un gran beneficio.

Usuarios a los que les gusta este artículo:

Este artículo tiene 9 comentarios
antiguo usuario
Por esto que nos cuenta Livermore, ahora no se puede vender ya que estamos en un mercado alcista y podríamos perder nuestra posición.
Genial, gracias por traerlo al primer plano en un momento tan apropiado.
Saludos
24/01/2014 19:49
antiguo usuario
Por esto que nos cuenta Livermore, ahora no se puede vender ya que estamos en un mercado alcista y podríamos perder nuestra posición.
Genial, gracias por traerlo al primer plano en un momento tan apropiado.
Saludos
24/01/2014 19:49
Lo había leído hace años, cuando descubrí tu trabajo y, ahora que tengo un poquitin mas de experiencia de compra y venta, lo he apreciado de forma diferente. He hecho operaciones entrando y saliendo mucho y he hecho operaciones de una vez, con asentamiento, estas ultimas son las mas satisfactorias y es verdad que proporcionan cantidades mayores en relación con el capital invertido.
24/01/2014 21:18
El consejo de “comprar y mantener hasta que el mercado al alza esté cerca del fin” me recuerda a la escena de la película Margin Call en la que el presidente de la compañía invita a comer a los dos analistas que anticiparon su quiebra y les explica que su única misión en la compañía es "saber cuando se va a parar la música” lo que equivale al consejo anterior, el problema es que para saber eso hay que ser el presidente de Lehman Brothers o equivalente.
13/04/2015 11:23
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