Les decía hace tiempo por ahí que los mercados financieros no son sino un conjunto de factores interrelacionados entre sí. Y por si eso no fuera ya lo suficientemente complejo, de entre los factores que influyen en los mismos uno esencial es la actuación tanto individual como colectiva de todos y cada uno de los intervinientes en el juego.
A menudo, los políticos, los gobiernos, los partidos o algún otro grupo de interés -- los mass media, p.e. -- nos permiten elegirlos como chivos expiatorios de todo lo malo que pasa, de todo lo malo que nos pasa. Pero otras veces, las menos, las circunstancias nos despojan de tan humano privilegio.
La sorpresiva decisión de Brexit tomada por los ciudadanos británicos provocó al día siguiente que la velocidad a la que se desarrolla habitualmente el juego de los mercados se acelerara sobremanera. Fueron las personas de a pie en esta ocasión las que movieron las alas, cuyo posterior viento obligó a reaccionar a los demás, incluido al Gobernador del Banco de Inglaterra, quien no tuvo más remedio que salir a la palestra a defender a la economía británica de la decisión tomada por los propios ciudadanos británicos. ( En este caso, quizás el hecho de que Mark Carney sea canadiense le ayudara a lidiar ese toro con más aplomo, si cabe, del que de natural muestra el exGobernador del Banco de Canadá).
Como pueden ver, la reacción al Brexit provocó el mínimo del euro en el gráfico que les adjunto. Se supone que al bajar la libra se hundía el euro, pero parece ser que no: que al bajar la libra lo que se hundía era la libra. Desde un punto de vista técnico, el precio está haciendo lo mismo que les conté aqui con Caixabank. Y es que la naturaleza humana es inmutable por definición; se mueve, varía, sube, baja y fluctúa sin parar, pero siempre dentro de su propia inmutabilidad.
