Las tonterías de los mejores economistas

13 de agosto, 2018 0
Treinta años Economista Titulado del Banco de España. Economía internacional. Autor del blog "Decadencia de Occidente", blog sobre los estragos... [+ info]
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Antes de la crisis de 2007, se estaban acumulando desequilibrios mundiales muy serios, que empezaron a preocupar a los economistas más concienzudos. Esos desequilibrios se focalizaban en el gran déficit exterior de EEUU, hasta un 10% del PIB, frente a un superávit de China similar en tamaño, pero de signo opuesto. ¿Cómo se había llegado a esta situación, en la que EEUU importaba todo lo que vendía China ( y otros países)?  Este país mantenía artificialmente una competitividad con un tipo de cambio muy devaluado, lo que conseguía comprando dólares por yuanes, es decir, emitiendo yuanes. China no es una economía libre, así que podía contener la inflación interna mediante medidas administrativas. 

Es curioso lo que empezaron a decir los economistas americanos más conspicuos sobre lo que podría pasar, en todo caso un inevitable hundimiento de EEUU. En el párrafo que sigue, que extraigo de un libro que será famoso (“Crashed”, Adam Tooze) un ejemplo de los más renombrados:

Los desequilibrios eran preocupantes, pero, al menos en lo que respecta a los países con superávit, se creyeron que la primera conmoción en el caso de un desenlace sería soportada por la otra parte.  Sería Estados Unidos, la gran economía deficitaria del mundo, la que devaluara su moneda y sus tasas de interés aumentarían a medida que los inversores extranjeros abandonaran los activos estadounidenses. Fue este escenario el que causó preocupación a Orszag, Rubin y al senador Obama. No estaban solos. En el prestigioso diario de la casa del Consejo de Relaciones Exteriores, Asuntos Exteriores, Peter G. Peterson, presidente del consejo, el Instituto de Economía Internacional y Blackstone Private Equity Group, alertaron sobre los déficits gemelos de Estados Unidos. Los economistas Nouriel Roubini y Brad Setser advirtieron que si los inversores perdieran confianza, Estados Unidos podría enfrentarse a una depreciación muy repentina del dólar y un aumento masivo de las tasas de interés (como hoy en Turquía). Bien podría ser la peor recesión experimentada desde la Segunda Guerra Mundial. Y América no solo estaría deprimida. Sería humillada a manos del creciente poder de Asia. Por supuesto, si Estados Unidos sufriera una crisis, China también estaría herida. Niall Ferguson y Moritz Schularick propusieron el término "Chimerica" para describir el complejo económico sino-estadounidense. Para Larry Summers, que se había mudado del Tesoro a un período nefasto como presidente de Harvard, reavivó los recuerdos de la destrucción mutuamente segura de la era de la guerra fría. En el corazón de la economía mundial, dijo a las audiencias de Washington, había un "equilibrio de terror financiero" . La diferencia era que en la guerra fría, la economía había sido el fuerte de Estados Unidos. Ahora, la carta de triunfo de Estados Unidos consistía en la esperanza de que era simplemente "demasiado grande" para que China lo dejara fracasar. Difícilmente fue un diagnóstico tranquilizador.

Es claro que no dieron una. Su gran error, en mi opinión, es que analizaron EEUU como si fuera un país cualquiera, casi tercermundista, y no tuviera unas instituciones que diferenciaban su economía de las demás. Porque lo que pasó no fue todo lo contrario, pero casi. El país que se convirtió en refugio por la confianza que daba fue EEUU, y pese a su política de relajación monetaria (lo contrario a lo recomendado) y su aumento de déficit fiscal de un billón decretado por Obama, o quizás gracias a esa política, fue el primero en salir de la crisis. A China tampoco le fue mal, por la enorme cantidad de reservas de divisas que poseía, gracias a su política de yuanes débil/dólar fuerte. China, decidida a no pasar por una recesión, implementó una política puramente keynesiana, de expansión monetaria y fiscal, lo que le permitía sus buenos equilibrios de balances. China y EEUU, las dos superpotencias que en gran parte crearon los desequilibrios de la crisis - pues el déficit enorme de EEUU había que financiarlo con entradas de capitales -, no pensaron en que la banca americana estaba multiplicado por mil los riesgos con su juguete de hipotecas basura camufladas en las famosas MBA. Instrumento en lonchas de mayor a menor calidad, pero con el márchamo de la loncha de arriba, la más fetén. Esas bombitas circularon por el  mundo, emitidas por la banca USA, y envenenaron a Europa. 

El caso es que los economistas famosos, algunos Nobeles, hacían bien en estar preocupados, pero erraron en adivinar por donde venían los tiros. El dólar no se despeñó porque los extranjeros no perdieron la confianza en EEUU, y con razón, pues en 2009 ya estaba creciendo. En 2012 ya había recuperado el nivel de PIB anterior a la crisis. 

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Otro error fue que ninguno pensó en la crisis bancaria, ni en una contracción con la de 1929. El gran fallo de la economía “Mainstream” es desdeñar el sector financiero, que a punto estuvo de quebrarse entero. Todos eran economistas de la “síntesis neoclásica” para la que lo único importante es la economía real. Daba lástima ver a Robert Lucas reconocer poco después que ciertamente había habido una contracción del dinero, y que la FED había hecho bien en emitir más. 

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