‘Either the nation must destroy public credit, or public credit will destroy the nation’
O la nación acaba con la deuda pública, o bien la deuda pública destruirá la nación.
David Hume - Of Public Credit (1752)
Si hay algo que no escasea los mercados son las predicciones apocalípticas de académicos, no importa de qué época estemos hablando. Es conocida la historia de Irving Fisher, uno de los economistas más conocidos en su día y actualmente, que se arruinó en el mercado bajista de 1929 denominado como la Gran Depresión. En realidad no es el primer economista estrellado, sino que hay algunos precursores ya en la Revolución Industrial.
David Hume es considerado uno de los grandes filósofos de la ciencia, su obra Tratado de la Naturaleza Humana es uno de los libros más importantes y obligatorio para cualquiera que se inicie en la historia de la filosofía. Esta obra la terminó de joven con 26 años, sin embargo, no tuvo la atención que se merecía. Y para lograrla, David Hume comenzó a escribir de temas más interesantes para el público como la economía y la historia.
En su libro The Genesis of Macroeconomics, Antoin E. Murphy explica ampliamente el contexto de la cita del comienzo. David Hume consideraba las innovaciones financieras de la época, tales como la expansión de la letra de cambio o la emisión de deuda pública, un peligro para la estabilidad económica del país. Durante toda su carrera se opuso a estos avances tecnológicos por considerar que facilitaban la expansión del crédito, y habiendo sido testigo del fracaso del sistema de Law en Francia o la burbuja de la Compañía de los Mares del Sur, concluyó que los nuevos inventos monetarios eran los culpables. No solo hizo una valoración sobre si los nuevos avances eran adecuados o no, sino que lanzó una predicción muy pesimista:
Hume went so far as to predict that the accumulation of the British public debt would inevitably lead to state bankruptcy, with the state defaulting on its debts and the interest payments on them. Although he believed this bankruptcy was inevitable, he was coy about predicting an actual date for this eventuality.
[...]
Of course, Hume’s Cassandra style warning never came to pass. The national debt was handled in a very competent manner by the British authorities, and the City of London, the centre for dealing in the various financial instruments of which Hume disapproved, grew to become the world’s largest financial centre, in the process generating enormous wealth and employment, not just for the City but for the British economy over the following centuries.
Hume llegó incluso a predecir que la acumulación de deuda pública en Reino Unido llevaría inevitablemente a la bancarrota del Estado, impagando sus deudas y el pago de los intereses. Aunque creía que la bancarrota era inevitable, no se atrevió a dar una fecha para el evento.
[...]
Por supuesto, el aviso apocalíptico de Hume nunca llegó a materializarse. La deuda nacional fue dirigida de una forma competente por las autoridades británicas, y la City de Londres, el centro donde se intercambiaban los instrumentos financieros que Hume rechazaba, creció para convertirse en el mayor centro financiero del mundo. En el proceso generó una enorme riqueza y empleo, no solo para la City, sino para toda la economía británica en los siglos siguientes.
Antoin E. Murphy - The Genesis of Macroeconomics
Pero además del desacierto, lo que llama la atención son las condiciones de la predicción. En realidad no estaba prediciendo la quiebra en tres o cinco años, sino que consideraba plazos de tiempo de más de 50 años:
One would incline to assign to this event a very near period, such as half a century, had not our fathers prophesies of this kind been already found fallacious, by the duration of our public credit, so much beyond all reasonable expectation.
David Hume - Of Public Credit (1752)
Aunque el mundo no cambiaba tan rápidamente como en la época actual y los cambios se producían de forma más lenta, un plazo de 50 o 100 años para una predicción es casi garantía de fallar estrepitosamente. La gran predicción fallida de Hume no se trata simplemente de un escenario no cumplido, sino que en lugar de empeorar la situación financiera en Reino Unido, se produjo la mayor revolución económica de la historia tras el Neolítico, la Revolución Industrial.
David Hume lanzó su predicción en 1752 y es cierto que en el siglo XVIII la deuda pública del Reino Unido se había disparado para financiar diversas guerras. Pero centrarse solo en este aspecto es un error. La capacidad de pago de un país no depende exclusivamente de sus niveles de deuda pública, sino que el factor más relevante es la evolución de los ingresos públicos y la posibilidad de incrementarlos en caso de que sea necesario. Para valorar la capacidad de generar ingresos vía impuestos es necesario analizar la evolución de la economía, y la revolución que se producía en el Reino Unido cuando Hume lanzaba su predicción no tenía precedentes. En plena Revolución Industrial, las manufacturas introducían la mecanización y este desarrollo forzó numerosos cambios radicales en el Reino Unido, por ejemplo el desarrollo de las comunicaciones. Una muestra de ello es la comparación de la red de peajes en 1750 con la de 1770:
La principal consecuencia del aumento de la productividad agraria y de las manufacturas inglesas fue la inundación de los mercados mundiales con sus productos. A continuación se muestra la evolución de las exportaciones del Reino Unido al resto del mundo desde 1699 a 1774:
Cuando Hume publicó Political Discourses, las exportaciones de Inglaterra crecían de forma constante, acumulando un crecimiento del 144% desde 1753 hasta 1773, un 4,5% anualizado. Hay que tener en cuenta que en este periodo el nivel de precios no aumentó, sino que en algunos intervalos se experimentó deflación.
El dato más relevante para una predicción como la de Hume es la evolución de los ingresos públicos del gobierno, los cuales no dejaron de aumentar desde 1680 hasta 1810. A medida que avanzaba la expansión económica, la capacidad de pago del gobierno británico se fortalecía paulatinamente, lo cual es determinante para analizar su solvencia. A continuación la evolución de la recaudación impositiva del Reino Unido desde 1680 hasta 1810:
Los grandes incrementos en los ingresos vía impuestos coinciden con las épocas en las que el Reino Unido aumentó su deuda pública para financiar guerras. Destaca el aumento de la recaudación en el periodo 1785-1790 tras la fuerte emisión de deuda pública para financiar la Guerra de Independencia de EEUU. El aumento de la recaudación de impuestos es del 26% en cinco años. Desde 1790 hasta 1795 los ingresos siguieron creciendo al 15,5% a cinco años. El avance a partir de ahí es imparable con el objetivo de mantener bajo control la deuda pública, que vuelve a dispararse con las guerras napoleónicas. La clave fue que la economía británica crecía de forma espectacular a pesar de los cortos ciclos económicos que aparecían de forma periódica. A continuación se muestra una tabla con la evolución de la deuda pública per cápita desde 1688 hasta 1817:
En el caso concreto del momento en el que Hume lanza su predicción en 1752, los ingresos públicos habían crecido paulatinamente durante toda la primera mitad de siglo y continuaron su ascenso durante las décadas siguientes, sobre todo tras la Guerra de los Siete Años (1757-1763). Este es el aspecto que se le escapó en su visión de la deuda pública, que un crecimiento económico fuerte permitía una mayor recaudación de impuestos y una mayor capacidad de pago. Por otro lado, el papel de la deuda pública que tanto rechazaba Hume fue fundamental para el desarrollo de los mercados financieros, imprescindible para una economía moderna que requiere conectar a ahorradores e inversores con garantías jurídicas.
A día de hoy siguen apareciendo analistas y académicos maldiciendo el incremento de la deuda pública en los medios de comunicación, en España tenemos algunos ejemplos recientes. Se sigue escuchando en los medios de comunicación que es imposible devolver la toda la deuda pública tomando como única referencia el ratio Deuda Pública/PIB. Esto es un error de análisis, ya que existen otras variables más determinantes para valorar la solvencia de un Estado como bien hemos visto antes. La evolución de la estructura económica, la capacidad de los negocios de un país para generar ingresos y el aumento de productividad suelen ser más relevantes que la comparación de la Deuda Pública con el PIB.
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